Siempre hemos creído que el Titanic se hundió por una serie de errores humanos y fatales coincidencias. Pero, ¿y si una fuerza invisible hubiera influido en su destino? Un estudio sugiere que una aurora boreal pudo haber alterado su rumbo y saboteado sus comunicaciones, sentenciándolo al desastre. ¿Y si el verdadero responsable nunca estuvo en el océano, sino en el cielo?