La programación de computadoras, la creación de software, es una especie de industria de la mente. Y probablemente mucho del encanto que los desarrolladores sienten esté en ese punto. Vamos, no podemos tener un kilo de software porque éste parece estar y no estar físicamente. La realidad es que quienes programan generan cosas sin sustancia.
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Sin embargo, los clientes, aquellos que compran software, quizás piensan diferente. Regresemos en el tiempo a los años 1990s. En ese entonces los programas se vendían en tiendas y en general eran grandes cajas que contenían en muchas ocasiones un pequeño manual y un CD (o DVD). La caja del producto era más aire que otra cosa. La razón de esto es un asunto psicológico, en donde las personas quieren recibir algo a cambio de su dinero, y los bits y bytes parecen que no ocupan el suficiente espacio físico y de ahí que los programas viniesen en cajas voluminosas.
Pero con el tiempo, el software empezó a parecerse más a comprar un disco de música o bien un DVD con una película. Y entonces empezamos a ver la desaparición de voluminosos manuales y de cajas de cartón enorme, en donde el cliente parecía llevarse una ganga por el dinero pagado.Pero las cosas siguieron cambiando y entonces las empresas de software empezaron a repartir sus programas vía descargas a través de Internet. Y esto encontró entonces otro tipo de problemática. Por ejemplo, supongamos que …