El COVID fue el espaldarazo definitivo a los pagos con tarjeta: así evitabas el trasiego de compartir monedas y billetes a cambio de un conveniente e higiénico gesto que implicaba no tener que nada, ya que basta con acercarlo al lector. Y da igual el importe: desde una barra de pan a una lavadora. La consecuencia es directa: cada vez es posible encontrar la opción de pago con tarjeta en cualquier lado. Eso sí, en España, porque en Alemania es otra historia.
Según datos del Banco Central Europeo, mientras que en España se paga con tarjeta en un 46% de las transacciones, en Alemania cae hasta un 19%. Si nos ceñimos al metálico, el estado español tiene una cuota del 48% frente a un abrumador 74% del país teutón. Servidora suele viajar frecuentemente a Alemania y lo tengo claro: así como aquí apenas manejo metálico, siempre saco dinero para visitar Berlín y otras ciudades germanas. No es algo casual ni tiene que ver con gustos, sino que la ciudadanía alemana tiene muy claro por qué es reacia a los pagos con tarjeta.
¿El motivo de esta diferencia abismal? La privacidad
Cuando te encuentras con el mítico cartel de 'No se admiten pagos con tarjeta' o 'Solo metálico' en España es relativamente frecuente pensar en economía sumergida o simple y llanamente, que el negocio en cuestión no quiere abonar la tarifa comercial asociada porque estima que no le renta para el gasto realizado por la clientela (por ejemplo, en un …