Seúl.- El plan de Samsung de externalizar una quinta parte de su producción de teléfonos inteligentes a China el próximo año puede ayudarla a competir con rivales de bajo coste como Huawei y Xiaomi, pero se trata de una estrategia que entraña muchos riesgos, según dijeron personas que están al tanto del proceso.
Samsung Electronics, que cerró en octubre su última fábrica de teléfonos inteligentes de la empresa en China, está trasladando silenciosamente la producción de algunos modelos del Galaxy A a empresas como Wingtech, que son poco conocidos fuera de China.
Samsung ha revelado poco sobre los volúmenes en juego, pero fuentes consultadas dicen que el gigante tecnológico surcoreano planea entregar el próximo año unos 60 millones de teléfonos fabricados en China por los así llamados fabricantes de diseño original (ODM, por sus siglas en inglés), de un total de alrededor de 300 millones de dispositivos.
Wingtech y otros ODM fabrican teléfonos para múltiples marcas - incluyendo Huawei, Xiaomi y Oppo - dándoles las economías de escala para mantener bajos los costes, y estos ágiles proveedores pueden desarrollar y producir teléfonos de bajo coste de forma rápida.
Los críticos de la estrategia de Samsung dicen que corre el riesgo de perder el control de la calidad y socavar su experiencia en la fabricación al subcontratar a terceros, e incluso puede ayudar a sus rivales dándoles a los contratistas el volumen adicional que necesitan para reducir aún más los costes para todos.
Samsung no puede permitirse otra crisis de calidad. Desechó su emblemático Galaxy Note …