El 25 de mayo de 2017 la empresa Rocket Lab lanzaba su primer cohete Electron, bautizado como It's a Test. Ese lanzamiento, además de ser el primero de este tipo de cohete, incluía varios primeros: era el primer lanzamiento de un cohete cuya estructura está fabricada en fibra de carbono, el primer lanzamiento de un cohete con motores que usan bombas alimentadas eléctricamente y fabricado con partes impresas en 3D, el primer lanzamiento orbital desde una plataforma de lanzamiento privada y el primer lanzamiento de cohete efectuado desde Nueva Zelanda.
Pero unos cuatro minutos después del lanzamiento, cuando el cohete estaba a unos 224 kilómetros de altitud, y con la segunda etapa ya en funcionamiento, hubo que detonarlo porque desde el control del lanzamiento comenzaron a recibir datos de posición con errores.
Y en estas circunstancias los protocolos de seguridad dictan que hay que abortar la misión antes de perder la comunicación por completo por lo que pueda pasar.
Sin embargo la buena noticia de todo eso es que después de analizar más de 25.000 canales de telemetría con datos del lanzamiento Rocket Lab ha podido determinar que el fallo no estuvo en el cohete en sí sino en que uno de los equipos de tierra estaba mal configurado y no estaba aplicando corrección de errores a los datos que recibía.
La corrección de errores es muy importante ya que permite recuperar los datos recibidos aún si contienen algunos errores, algo que es cada vez más frecuente según el cohete …