Todo nuevo producto parte siempre de una pregunta sobre su propio concepto. El objetivo mismo del nuevo diseño y un propósito como herramienta al usuario. En el caso de Apple, imagino el primer briefing de cada generación. "¿Qué es un iPhone?" - o mejor aún - "¿Qué hace a un iPhone ser un iPhone?". Esta pregunta que años tras años nos responde Apple no parte de la disección de su tecnología: no es un compendio de chips, pantalla y algunos botones, que podrían haber dado lugar a un iPhone o a cualquier otro dispositivo similar.
La tecnología, hoy en día, debe responder a la pregunta sobre el objetivo del producto como tal y además, ofrecer nuevas posibilidades al usuario en el día a día. En el caso de los iPhone, yo diría desde que Apple comenzó a fabricar la gama Plus con el iPhone 6, la respuesta tenía una base clara: la esencia del iPhone como producto debía estar en todas las versiones, las cuales sólo se diferenciarían en factores de tamaño y forma, pero pivotando siempre en lo que buscamos en un iPhone.
La llegada en la generación anterior de cuatro versiones del iPhone 12 dejaba clara las intenciones de Apple: concentrar en cada contenedor los cambios y mejoras de la generación pero aportando ciertos puntos de decisión al usuario para elegir un modelo u otro - prácticamente un tamaño u otro. Esto ayuda a alinear aún más nuestro dispositivo con nuestro día a día, si no necesitamos las …