Cada nueva generación de iPhone es importante: desde que Steve Jobs y Apple revolucionaran el mundo de la telefonía y los teléfonos inteligentes con el iPhone en 2007, se han dado pasos firmes en cada nuevo modelo que amplia el concepto original. Los ciclos del producto se ajustaron incluso sobre la marcha, llegando a las iteraciones “S” (de “Speed”, velocidad) desde el iPhone 3GS - que teniendo en cuenta el cambio generacional que supuso el iPhone 4, es algo a tomar en cuenta.
Desde ese momento, Apple aplica su particular proceso de tick-tock a la puesta en la calle de cada nuevo modelo: presenta una generación renovada como base y el año siguiente la potencia con el modelo S. Hubo una excepción: el año pasado el iPhone 8 cubrió el hueco que la compañía debería haber reservado para el iPhone 7S, pero por un motivo llamado iPhone X - el precedente de todo un nuevo concepto de iPhone para los próximos diez años, tal como nos contó Tim Cook en la keynote del año pasado.
El iPhone XS nace con una revolución interna: el chip A12 fabricado en 7 nanómetros y la mejora aplicada en la inteligencia artificial
Y desde luego que lo está haciendo: este año Apple nos presenta (después de un verano con debates interminables sobre el nombre, como hacía tiempo que no vivíamos) el nuevo iPhone XS: una generación que define y potencia el modelo iPhone X en el aspecto que más innovó el año anterior, …