A finales del año pasado se publicó el borrador de la nueva edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11, por sus siglas en inglés) y en este documento se añadió la adicción a los videojuegos como una enfermedad. Esto como resultado de una extensa investigación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ahora, este lunes 18 de junio se ha hecho oficial el documento como estaba previsto y no trae cambios en lo referente a los videojuegos, reconociendo oficialmente esta condición como una enfermedad mental de carácter adictivo.
Tres claves para su diagnóstico
La norma ICD no había sido actualizada desde 1990, entonces esta nueva versión llega con numerosas novedades en varios aspectos. El segmento del trastorno por jugar videojuegos de manera adictiva y continua es uno de los más interesantes. Desde hace varios años, con la masificación de este entretenimiento, ha habido discordancia sobre cuándo se vuelve un mal.
El ICD-11 dice que la adicción a los videojuegos se caracteriza por tres condiciones que una vez cumplidas pueden arrojar el diagnóstico negativo.
Primera, el comportamiento de juego continuo no permite el control de la conducta de juego con el paso del tiempo. Segunda, priorizar a los videojuegos sobre todas actividades cotidianas y la tercera es mantener las dos primeras conductas a pesar de las posibles repercusiones negativas sobre la salud propia.
Todo esto desemboca en el comportamiento de juego continuo que afecta a diversas áreas de funcionamiento, como personal, familiar, social, académico …