Hay figuras cautivadoras que, no por ello, se libran del fogonazo de las críticas. Elon Musk (Pretoria, 1971) es, para muchos, uno de los grandes ingenios del siglo XXI, pero su exigente estilo de gestión y su extravagante manera de ser le han llevado a oxidar su atractivo empresarial. Su cara menos amable es cada vez más poderosa, aunque no ha jugado en contra de su fortuna: ya es la tercera persona más rica del mundo gracias a sus ideas superlativas.
En este tiempo, ha montado y levantado proyectos de gran magnitud en varias áreas como la energía renovable, el espacio e internet. En ningún momento le ha quebrado su rumbo a la innovación. Parte de su éxito ha sido involucrarse en proyectos de vanguardia como SpaceX, que explora los viajes espaciales privados y que ha inaugurado una nueva carrera espacial. Obsesionado con viajar al espacio, sueña con llevar al primer hombre a Marte.
Otro de sus éxitos es Tesla, principal fabricante de coches electrónicos que tiene una valoración bursátil por encima del conjunto de las cinco marcas de automóviles. Es su mejor activo, pero también ha participado en la creación de ideas como Hyperloop, un tren supersónico; o OpenIA, firma de Inteligencia Artificial. Y otro ejemplo es The Boring Company, que propone una serie de túneles para solucionar el problema de tráfico de Los Ángeles.
A medida que su figura ha cobrado mayor relevancia también ha despertado los fantasmas de la explotación laboral. Se declara un trabajador …