A los que enarbolamos valores de igualdad y no discriminación nos gusta pensar que no somos racistas, pero la ciencia dice lo contrario.
Cuando hablamos de racismo, por lo general nos referimos a conductas abiertas de odio y discriminación contra una minoría racial o étnica. Sin embargo, esa forma de racismo -tradicionalmente denominada racismo abierto-, que suele ir acompañada por hechos violentos, ha ido disminuyendo con el paso de los años, dando lugar a que mucha gente crea que vivimos en sociedades donde el racismo no es prevalente.
Sin embargo, hay al menos un segundo tipo de racismo: el denominado implícito o aversivo, según la teoría propuesta por Samuel L. Gaertner y John F. Dovidio en 1986. Esta teoría postula que existe un tipo de racismo que consiste en evitar ciertas interacciones con otros grupos étnicos, a raíz de evaluaciones negativas que tenemos sobre ellos en nuestra mente. El racismo aversivo se caracteriza por expresiones y actitudes más complejas, que catalogan como "amigo" o "enemigo" a otros seres dependiendo de si nos consideramos parte del grupo al que pertenece, o si por contraposición lo consideramos "otro", alguien de un grupo diferente al nuestro.
Las razas no existen
Sin embargo, uno de los factores que más persistentemente utilizamos para realizar esta diferenciación es el grupo étnico, o lo que solemos denominar "raza". En un estudio llevado a cabo por David Amodio y Patricia Devine en el año 2006, un grupo de sujetos debían señalar si una palabra que les era mostrada tenía un valor positivo …