Cuando pensamos en un megalodón lo normal es imaginarlo como un gran tiburón blanco, cuyas fauces podrían tragarse de una sentada a un humano. Y eso, por supuesto, da muchísimo miedo. Ya que las pruebas que quedan de su existencia, como son sus dientes -tan grandes como una mano humana adulta- o sus vértebras, hablan […]