Llevaba tiempo queriendo ver La guerra de las corrientes (Alfonso Gomez-Rejon, 2017) que estuvo en el cajón de la productora un par de años hasta que llegó a las salas de cine. El título y el tráiler eran bastante prometedores y la verdad es que es muy entretenida, aunque imagino que la trama puede ser un poco difícil de seguir para alguien que no conozca el tema. De hecho hasta mitad de película no explican siquiera las diferencias entre corriente alterna y corriente continua que es lo que da título a la misma.
Aunque podría pensarse que la película es un Tesla vs. Edison en versión épica a finales del siglo XIX, resulta ser más bien un Edison vs. Westinghouse, con Tesla en un papel un tanto secundario y J.P. Morgan rondando por ahí. La rivalidad extrema por controlar el mercado de la novedosa electricidad en el cambio de siglo para iluminar ciudades y motorizar aparatos la protagonizaron Edison, el afamado inventor de la bombilla (o no) y el empresario George Westinghouse, quien indirectamente se asoció más adelante con Nikola Tesla para desarrollar el motor de corriente alterna.
La película muestra un Thomas Alva Edison inhumano, empecinado y ególatra, que acusa a todo el mundo de «robarle sus invenciones», cuando como es sabido en muchos casos no hizo más que popularizarla, o firmar las patentes de alguno de los cientos de ingenieros de su equipo. Todo debía llevar su nombre asociado, presentarse como revolucionario, magnífico y elegante en diseño y …