¿Un caballito de tequila o un whiski en las rocas? ¿Cuba campechana o un clásico Martini? Sea cual sea la bebida de tu preferencia, es claro que el consumo del alcohol tiene su baches a nivel industria. Además de los nuevos hábitos de los jóvenes, los riesgos a la salud y la cadena de suministro, las productoras de bebidas alcohólicas parece que enfrentarán un nuevo desafío: el Ozempic.
Para quienes desconocemos de qué se trata, a resumidas cuentas el Ozempic es un fármaco utilizado para el tratamiento de obesidad y diabetes tipo 2, el cual contiene un químico conocido como semaglutida. Pero ¿cómo se relaciona esto con "echarte unos tequilitas"? Resulta que este mismo componente parece ser el talón de Aquiles de la industria gracias a una función: el tratamiento de la adicción al alcohol.
Comencemos por entrar en contexto. Aproximadamente hace dos años este medicamento comenzó a ganar popularidad no solo por el apoyo a las personas con sobrepeso, sino por su uso entre quienes solo querían adelgazar. Claro con su respectiva dieta y programación de ejercicio. No obstante, los beneficios fueron variados y contundentes hasta expandirse en más usos.
Fue entonces que se comenzaron a encontrar distintos efectos secundarios positivos, como la reducción de enfermedades renales crónicas. Con esto en mente, se dio a pie a buscar más y más ventajas hasta que dieron con un tercer uso: la lucha contra las adicciones. Aunque fueron casos aislados, las pruebas arrancaron …