Que la innovación es capaz de transformar y mejorar todo tipo de procesos no es algo que nos pille desprevenidos. Como tampoco lo es que sea capaz de sacar al mercado nuevos productos que después consumimos en masa. Lo que es, sin lugar a dudas, extraordinario es que la innovación también pueda transformar nuestro modelo de sociedad.
La innovación ha conseguido cambiar nuestra forma de vida y nuestro comportamiento diario. Ahora nos parece impensable no poder pedir comida de nuestro restaurante favorito a domicilio, cuando no hace mucho que apenas existían cuatro cadenas que lo hiciesen posible. Del mismo modo, no concebimos que el teléfono móvil no tenga conexión a internet; que no se pueda gestionar nuestra cuenta bancaria desde casa; o no disponer de todo tipo de series y películas bajo demanda.
Sin embargo, el sector de la energía parece haberse quedado anclado en el siglo pasado, como si esta innovación social hubiese pasado de largo. Por los motivos que sean, seguimos sin entender bien la factura de la luz, lo que nos dificulta cambiar de comercializadora con la misma facilidad con la que nos cambiamos de compañía telefónica.
También seguimos pensando que el autoconsumo es complicado, que está cargado de impuestos injustos o que incluso es ilegal. Y continuamos malgastando luz y calor en casa en pleno 2020 por la falta de digitalización en nuestros hogares. Sólo hemos cambiado ciertos hábitos en el sector de la movilidad, gracias a las soluciones innovadoras de car sharing que están surgiendo …