En enero de este año, las salas de cine españolas recibieron títulos tan esperados como Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos y tan comerciales como Beekeeper: El protector con Jason Statham, eclipsando auténticas joyas que probablemente todavía no hayas descubierto. En este caso, hablamos de una minimalista y optimista película que logra conmover al espectador con la simple observación de lo cotidiano, y que viene firmada por el flamante director de París, Texas (1984), Wim Wenders.Su trama gira en torno a Hirayama (Kôji Yakusho), un hombre de mediana edad que parece estar satisfecho con su sencilla vida como limpiador de baños públicos en Tokio, a pesar de la naturaleza aparentemente mundana de su trabajo. Cuando acaba su jornada, sigue una rutina muy estructurada en la que dedica su tiempo libre a sus verdaderas pasiones: la música, los libros, la fotografía de árboles y la contemplación de la naturaleza. Poco a poco, la película nos sumerge en el día a día de Hirayama y su filosofía de vida: apreciar el presente y encontrar belleza en lo puramente cotidiano.Un viaje poético a través de la rutina y la belleza oculta de TokioA lo largo de la trama, se van sucediendo una serie de encuentros inesperados que revelan aspectos de su pasado, de sus relaciones familiares y de la riqueza de su mundo interior: Takashi, su joven y despreocupado asistente, que contrasta con la meticulosidad del protagonista; Aya, una joven que trabaja en una librería local y que le devuelve un casete de Patti …