Cierta parte del SEO resulta ser un poco como el análisis técnico de la bolsa o las lecturas astrológicas: te las puedes creer o no, pueden tener un lejano poso de base científica (matemáticas o astrofísica) pero es difícil evaluar su capacidad predictiva o si hay valor estadísticamente significativo en sus afirmaciones.
Buena parte de este problema tiene que ver con que Google –que sigue dominando más del 90% de las búsquedas desde hace muchos años– ha sido tradicionalmente un poco oscurantista sobre los detalles de su algoritmo a la hora de calcular la relevancia y los puestos que ocupan en el ranking los resultados. Lo mismo ocurre con las fechas exactas en que los aplica.
Siempre se habla de que hay cientos y cientos de parámetros y factores y que algunos influyen en los ránkings, otros no y algunas ideas al respecto son sólo «recomendaciones», pero sin unas «normas» claras y objetivas. Así que los expertos en SEO tienen muchas veces que adivinar lo que puede haber sucedido. Hasta hace relativamente poco eran de gran ayuda blogs de gente de Google, como los de Matt Cutts o John Mueller (ahora en Google Search Central, antes Google Webmasters) que eran lo más «oficial» al respecto.
Pero a veces algo no funciona y la audiencia de una web se desploma porque la gente ya no llega a ella a través de las búsquedas como hacía en el pasado; muchas webs «viven» de Google, no de una audiencia fiel y habitual. Entonces …