En un mundo donde los teléfonos inteligentes parecen imprescindibles, una mujer francesa de 33 años ha decidido mantenerse al margen. Sin rechazar la tecnología, su postura busca preservar las relaciones humanas y advertir sobre las desigualdades que puede generar la digitalización. ¿Cómo es la vida sin móvil en una sociedad hiperconectada?