Desde principios de 2018 la NASA está intentando sacar todo el partido posible del observatorio espacial Kepler antes de que se le termine el combustible. Pero cada vez le cuesta más.
En julio ya lo tuvo que poner en hibernación ante una acusada bajada en la presión del combustible. En ese modo no gasta combustible y la idea era despertarlo en agosto para que pudiera enviar a Tierra los datos de la campaña de observación número 18 recogidos hasta que hubo que ponerlo a dormir.
En su modo actual de funcionamiento Kepler no apunta todo el rato hacia la Tierra sino que va observando regiones del espacio distintas a la caza de planetas extrasolares en cada una de las campañas de observación, que duran 84 días. Así que al final de cada una usa sus motores de maniobra para apuntar hacia la Tierra y transmitir los datos. Pero sin combustible no se puede hacer tal maniobra. Por eso la NASA acortó la campaña 18.
En la primera quincena de agosto, aprovechando el hueco programado en la Deep Space Network para el Kepler, transmitió los datos de los 51 días de la campaña 18 en los que había podido recoger datos.
Y el 29 de agosto, tras programarlo para que no utilice uno de los propulsores que no estaba funcionando correctamente, quizás ya a causa del poco combustible que le queda, comenzó la campaña de observación número 19.
Pero durante una sesión de transmisión de telemetría hace unos días el equipo …