La semana pasada Twitter suspendió la verificación de cuentas. No más insignias hasta nuevo aviso, no más peticiones para conseguir el conocido distintivo de color azul. Según la compañía, la verificación se creó para autentificar identidades, pero se interpreta por la comunidad como un aval o un indicador de importancia. Por eso, reconociendo la confusión y la necesidad de resolverla, pausaban el programa.
Esta decisión, sin embargo, vino motivada por una fuerte polémica: poco antes la red social verificó cuentas de supremacistas blancos y ultraderechistas. Entre importantes figuras de los movimientos extremistas destacó especialmente la verificación de la cuenta de Jason Kessler, uno de los organizadores de la marcha racista de Charlottesville. Hoy, Twitter ha dado un paso más.
Anuncian que trabajan en un nuevo sistema de verificación de cuentas y, en uno de los primeros pasos dados dentro de esta nueva política que quieren poner en marcha, han retirado la verificación a perfiles que de alguna manera hayan violado sus normas. Entre ellos el del propio Kessler, que ha acusado a la compañía de censura. Y la noticia, en realidad, no debería ser esta. Sino la propia verificación de estas cuentas, hecha poco después de comprometerse contra el odio.
El odio y la violencia no caben
A mediados de octubre, Jack Dorsey, admitió el problema. El responsable de Twitter dijo en un hilo que la empresa todavía no estaba haciendo todo lo posible para acabar con los mensajes odiosos y el acoso sexual. Por esta razón iban a endurecer …