Uno de los mitos más grandes de nuestra cultura es la idea de originalidad. En Occidente pensamos que siempre es mejor lo original que lo repetido. Y original es una palabra curiosa, con una parentela peculiar; se hermana con el término “genuino”, que es sinónimo de “auténtico”, acaso porque lo originario, por así llamarlo, es siempre auténtico. Se emparenta también con otros términos, como “innovador” y, aunque todo lo innovador es original, no todo lo original es innovador. Acerquémonos un poco a la palabra.
Lo original
[caption id="attachment_184778" align="alignnone" width="640"] Gemelos (Sebastian González)[/caption]
El Diccionario de la Academia le da nada menos que nueve acepciones. Vaya, se trata entonces de una palabra que usamos mucho y de nueve maneras distintas, más las que la imaginación autorice. Su principal acepción se refiere a todo lo relativo al origen. Así, vamos bien encaminados si buscamos acercarnos a lo innovador desde la idea de originalidad. Pues, original es aquello que habla sobre lo que está en la raíz de algo.
Por otra parte, en su segunda acepción "original" habla de la obra que resulta de la inventiva de su autor; esto nos pone los pies más cerca de la tierra. Todo trabajo intelectual que nace de la creatividad del autor nace original, por oposición a la derivada, la versión, la copia. Sin embargo, dice el diccionario, que el original es también aquello que sirve de modelo para hacer una copia; incluso, en la sexta acepción se refiere a quien tiene en sí mismo (o en lo que …