Steve Jobs no perdía el tiempo. O si lo hacía, era para transformar sus ideas en algo funcional. Su actitud de líder exigente lo llevó a construir en torno a él una cultura de la excelencia. Antiguos becarios de Apple, como el hacker que fue despedido por no contestar un email de la empresa, recuerdan que la empresa siempre mantuvo una actitud pasional, con una visión clara y estricta, que empujaba a que cada pieza diese lo mejor de sí.
De los muchos documentos registrados, sabemos que Steve Jobs odiaba las reuniones de trabajo y desarrolló un modelo para ser más productivo. Este modelo estaba focalizando siempre en grupos de trabajo pequeños y segmentando la carga laboral en metas cortas y pequeñas. Sin embargo, hacer que funcionase requería de una rutina estricta. Esto es lo que sabemos, gracias a varias fuentes que han compartido anécdotas personales.
Productividad al poder
Pero antes de profundizar en su rutina, conviene recordar aquellos pensamientos que lanzó en la Conferencia Mundial de Desarrolladores de Apple en 1997, cuando Apple vivía una de sus primeras expansiones:
“La gente piensa que concentrarse significa decir sí a aquello en lo que hay que concentrarse. Pero eso no es lo que significa en absoluto. Significa decir no a las otras cien buenas ideas que existen. Usted tiene que escoger con cuidado. De hecho, estoy tan orgulloso de las cosas que no hemos hecho como de las que sí he hecho. Innovar …