Estados Unidos y España apenas se parecen. En casi nada. Cruzando la otra orilla, la cultura empresarial es más avanzada. Se valora incluso el fracaso empresarial. El esfuerzo y el riesgo es la gran fortaleza de muchos emprendedores, pero en nuestro país, a veces, causa más miedo e incertidumbre. Tomando de base la experiencia cosechada por la implicación en el extinto BlackPhone, un teléfono construido para garantizar la privacidad que en 2014 llamó la atención a nivel mundial, nació Geeksme, una «startup» madrileña que defiende un mensaje: aprovechar el concepto de «Internet de las Cosas», una de las tendencia tecnológicas más fuertes, para mejorar el bienestar de las personas.
La empresa tiene su centro de operaciones a cincuenta metros de la madrileña Puerta de Alcalá. Desde ahí se diseña, desarrolla y prototipa sus productos tecnológicos. La compañía, que cuenta con una plantilla de 22 personas entre ingenieros e informáticos, ha crecido de manera «orgánica y ordenada» buscando, en opinión de su fundadores, la rentabilidad. Fue cofundada por los empresarios Rodrigo Silva-Ramos y Ángel Sánchez Díaz.
Su gran fortaleza es el haber desarrollado un ecosistema basado en «Internet de las Cosas», un concepto que propone que los objetos cotidianos muten en nuevas formas para obtener información relevante de ellos, capaz de adaptarse a todas las necesidades y sectores. Su nombre, además, lo deja patente el nombre de su proyecto, «Universall». El primer ecosistema capaz de convertir objetos cotidianos en inteligentes. Su arquitectura es modular y facilita la creación de diferentes …