La televisión en directo tiene mucha vida aún. Eventos deportivos, informativos y noticias la sustentarán. Pero cada vez más los consumidores de contenidos audiovisuales pasan por otras formas de consumo que bajo el paraguas de internet se han inaugurado en los últimos años.
El auge y popularización de servicios digitales como Netflix demuestra una demanda creciente en la sociedad. La aparición de alternativas, a su vez, sustenta un nuevo ecosistema de negocio y distribución con una base en común: es el consumidor quien decide qué, cuándo y dónde consumir los contenidos que uno desea. La televisión lineal se mantiene aún como la principal forma de acceso, pero en los últimos tiempos arrojan dudas sobre su viabilidad futura. Aplicaciones propias y servicios digitales creados por los propios medios televisivos abrazan ese futuro que es cada vez más actual, el de la televisión a la carta.
Al amparo de las altas velocidades de internet, los sistemas «streaming» han entrado en la vida de muchas personas como un terremoto. Más de 93 millones de suscriptores alberga ya la plataforma Netflix. Es solo un ejemplo de cómo internet es el presente de la televisión, de ahí que las batallas por los derechos de ciertos programas de éxito capaces de ellos solos empujar a los seguidores a pagar una cuota mensual como «Juego de Tronos» (HBO) no dejan sino explicar el cambio de paradigma.
Y que, ahora, hayan descubierto sus cartas gigantes de la esfera de la tecnología como YouTube o Facebook …