Para las generaciones adultas, el mes de septiembre evoca recuerdos infantiles como el olor a libros nuevos o al plástico del forro que se despega del papel adhesivo; también al sonido de cremalleras de estuches recién comprados; o a la visión de cajas de pinturas de colores a las que aún no les falta ni un lápiz ni conocen qué es un sacapuntas. La vuelta al colegio significaba todo un ritual (amado por muchos, odiado por otros tantos) que con los tiempos modernos se ha visto algo alterado. Igual que los jóvenes de ahora son totalmente ajenos a «artilugios» como las cintas de casette, al video VHS o al teléfono fijo, puede que en un futuro no muy lejano tampoco reconozcan los manuales subrayados y pintarrajeados. Porque ya existen alumnos que no se manchan con tiza las manos porque sus pizarras son electrónicas; o que llenan sus mochilas no de libros, sino con una tableta. Así es como la tecnología está aterrizando en la educación en España.
Algunos de los chavales pioneros en probar este cambio de metodología están matriculados en el colegio público Las Cañadas, ubicado en la localidad de Trescasas (Segovia), con apenas un millar de vecinos. Este pequeño colegio era perfecto para formar parte del Proyecto Samsung Smart School, una iniciativa de la marca coreana junto con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que llegaron a un acuerdo para llevar el «aula del futuro» a 15 comunidades autónomas que se prestaron al experimento. Entre los …