La idea de aprovechar partes de la carrocería de un coche para almacenar en ellas electricidad no es nueva: Volvo explora esta posibilidad desde hace algunos años, y más recientemente ha desarrollado modelos que utilizan fibra de madera y baterías de lignina en los paneles de la carrocería.
El coche eléctrico que están desarrollando investigadores del MIT y de Lamborghini se basa en la misma premisa y prescinde por completo de las baterías convencionales. En su lugar el prototipo de Terzo Millennio de Lamborghini hace uso de los nanotubos de carbono para convertir la carrocería del coche en un enorme supercondensador, o ultracondensador. Como las baterías, los condesadores también almacenan electrcidad pero funcionan de una manera diferente, con ventajas y desventajas. En los ultracondensadores y baterías flexibles la energía no se almacena en los electrodos, sino en la superficie de éstos, lo que reduce el tiempo de carga y la capacidad para almacenar potencia por unidad de superficie.
El Fisker EMotion, con 640 km de autonomía y carga de baterías en 9 minutos, hace uso de este tipo de tecnología híbrida entre las baterías y los condensadores, “baterías flexibles de estado sólido” que en lugar de recurrir a los iones de litio emplean condensadores híbridos de grafeno.
Esa flexibilidad es precisamente la que permite que los ultracondensadores puedan adquirir cualquier forma, incluyendo las líneas de la carrocería de un vehículo. Como primera ventaja se menciona la reducción de peso, algo especialmente importante en un deportivo de altas prestaciones.
De momento …