El nuevo límite de monetización de YouTube solo es una medida para disminuir la monetización, pero no para mejorar la calidad del contenido.
Era una medida más o menos esperada y, aunque se desconocen los pormenores, la comunidad sabía que tarde o temprano, las exigencias de monetización en YouTube iban a ponerse más complicadas. El reto de Google de hacer YouTube rentable y uno de los núcleos de negocio más importantes del grupo pasaba obligatoriamente por dar un paso adelante y masificar el servicio. El precio, como es lógico, se disparó y, a larga, la cuenta de la compañía salía generalmente a pagar: demasiado ancho de banda, demasiados usuarios que monetizar, y por tanto, más complicado cuadrar la cuenta entre los anunciantes y el precio de las monetizaciones.
Lógicamente, el cambio implantado en el sistema de monetización de YouTube también trajo consigo una proliferación sin precedentes de contenidos basura: vídeos robados, contenidos de otros duplicados y triplicados, contenido protegido con derechos de autor, estafas, clickbait... El número de suscriptores empezaba a ser un indicador susceptible de turnar sus números en visualizaciones potenciales, y por tanto, si el vídeo cumplía con las condiciones (no infringir el Content ID o los términos de uso), el usuario podía monetizar.
Además, en muchas ocasiones, el sistema incluye anuncios en cierto tipo de contenido que, hablando claro y pronto, era basura; por lo que se abría un pequeño dilema: por un lado los anunciantes veían sus anuncios proyectados sobre contenido con el que no se querían ver representados, …