La carrera por desarrollar el primer coche capaz de conducirse a sí mismo ha puesto patas arriba no solo el sector automovilístico, sino el mundo de la tecnología en general, que ve en los vehículos sin conductor una de las aplicaciones más atractivas para la llamada Inteligencia Artificial.
El anuncio esta semana de que el gigante de los procesadores Intel adquirirá por la nada despreciable cantidad de 15.300 millones de dólares la empresa Mobileye, que desarrolla sistemas para la conducción autónoma, revela hasta qué punto estos avances se han convertido en la obsesión de las tecnológicas.
Esta firma israelí pretende ser los ojos de los coches que prescindan de piloto. Su tecnología les dota de la capacidad de ver y comprender cuanto le rodea para seguir el recorrido escogido y responder a las circunstancias que se presenten en la carretera. Sus herramientas observan y generan mapas del entorno con cámaras, radar, sonar y el sistema sensorial con láser denominado LiDAR.
Mobileye, que fundada en 1999 y emplea a 600 personas, ha acumulado experiencia en el desarrollo de instrumentos avanzados de asistencia al conductor.
Ha cooperado con Tesla para desarrollar su sistema de conducción semiautónoma, Autopilot, aunque ambas compañías rompieron tras culparse mutuamente del accidente de un vehículo Model S, que costó al vida al conductor el pasado año en Florida.
En la actualidad, trabaja con el automovilística BMW para poner en marcha 40 coches autónomos y ha llegado a un acuerdo para colaborar con Delphi, uno de los grandes proveedores …