La primera temporada de Legión acaba de concluir tras ocho extraños episodios. Estas son las impresiones que nos ha dejado.
Acostumbrados como estamos a las adaptaciones de los comics de Marvel como películas de aventuras, con montañas de acción y de efectos visuales, divertidas y muy animadas pero sin una especial profundidad conceptual ni verdaderas virguerías de montaje o apuestas por salirse del carril de la narrativa convencional, no cabe duda de la serie Legión asombrará a no pocos espectadores. Se trata de la traslación televisiva del tebeo homónimo del guionista Chris Claremont y el dibujante Bill Sienkiewicz aparecido en 1985, una excéntrica y desconcertante aproximación al universo de los X-Men creada por Noah Hawley, showrunner de Fargo (desde 2014), como una intriga descaradamente psicológica.
La excéntrica Legión se convierte en una inesperada pesadilla que sorprende aún más al espectadorSalta a la vista desde el mismo inicio que la favorece su montaje dinámico, complejo, saltarín, y que se la percibe cercana a las maneras de Utopía (Dennis Kelly, 2013-2014) en la arquitectura, el vestuario y el colorido, que probablemente le gustarían a realizadores como Wes Anderson, Spike Jonze o Terry Gilliam, pero sin su propensión a regodearse en la violencia; con Stan Lee y Bryan Singer entre sus productores ejecutivos, autor de los comics de X-Men y director de cuatro de sus adaptaciones a la gran pantalla respectivamente.
FX
Cuenta la historia de David Haller, el extraordinario mutante conocido como Legión al que interpreta un esforzado Dan Stevens (Downton Abbey), su llegada a …