Los estudios indican que acabar con la reforma sanitaria de Barack Obama no es pensar en el bien de los estadounidenses ni por asomo.
Uno de los legados más nefastos de los presidentes Richard Nixon y Ronald Reagan, mantenido por sus sucesores sin cambios sustanciales, es el sistema económico de la sanidad en Estados Unidos, que antes del Obamacare dejaría sin cobertura a cerca de cincuenta y seis millones de personas, casi el 18% de la población en 2015, porque no podían pagarse un seguro privado. Es uno de los más incomprensibles desde el punto de vista de los países que han disfrutado durante mucho tiempo de los beneficios de la socialdemocracia, y la razón no es otra que la falta de consideración por la salud de los ciudadanos de quienes la ven únicamente como otra manera de hacer negocio, embolsándose montañas de dólares en los que, como un sarcasmo involuntario, se puede leer el lema nacional: “In God we trust” (“En Dios confiamos”).
Antes del Obamacare, unos 56 millones de estadounidenses habrían carecido de cobertura sanitaria en 2015, casi el 18% de la poblaciónLa Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible u Obamacare, tras muchísimos problemas de tramitación y recortes en las cámaras legislativas a causa de las reticencias del Partido Republicano, fue promulgada por el presidente Barack Obama en marzo de 2010, se hizo oficial justo dos años más tarde y su constitucionalidad fue ratificada por el Tribunal Supremo en junio de 2012. Con ella, básicamente, …