Hackear un corazón humano es posible. Para quien no se lo crear, recordaremos el caso de Dick Cheney, exvicepresidente de EE.UU., quien confesó en 2013 que los médicos decidieron deshabilitarle la comunicación inalámbrica de su marcapasos en 2007 por si alguien intentaba atentar con su vida mediante un ataque remoto. En 2012, el famoso «hacker» Barnaby Jack demostró cómo manipular remotamente un marcapasos para que emitiese un shock eléctrico potencialmente mortal.
Suena a ciencia ficción pero, por desgracia, no lo es. Y ahora, una nueva investigación de Kaspersky Lab y el Grupo de neurocirugía funcional de la Universidad de Oxford lanzan una nueva alerta: los implantes cerebrales que se usan para tratar la enfermedad de Parkinson se pueden «hackear» y usar para controlar a las personas.
Ambas entidades han llevado a cabo un estudio en el que realizan una revisión de amenazas práctica y teórica de los neuroestimuladores existentes y su infraestructura para comprender mejor el panorama de posibles amenazas futuras a los que se enfrentarán los implantes de memoria. Y es que la clave de la ciberseguridad es prevenir todo lo que se pueda y estar preparados para las amenazas del futuro.
La estimulación cerebral profunda es un procedimiento neuroquirúrgico que consiste en implantar un dispositivo médico, llamado neuroestimulador o generador de pulso implantable, en el cuerpo humano para enviar impulsos eléctricos, a través de electrodos implantados, a objetivos específicos en el cerebro para el tratamiento del movimiento y trastornos neuropsiquiátricos.
Kaspersky Lab reseña en la investigación …