En la actualidad, los superhéroes están hasta en la sopa. No pasa un día que no se publique, por lo menos, una nota relacionada con la nueva película de alguna franquicia de Marvel o DC Comics, y en el último año incluso hemos visto en las carteleras de nuestro país cintas de superhéroes de Rusia o Finlandia.
Y, a pesar de que en México tenemos una larga historia de héroes y antihéroes en las historietas, es innegable que los personajes de los cómics de las dos principales empresas de Estados Unidos nos son sumamente familiares. Incluso, es muy probable que nuestros padres, nuestros abuelos y hasta los bisabuelos de nuestros más pequeños lectores, tuvieran la posibilidad de leer las aventuras de Superman, Batman, Spider-Man o Iron Man en su infancia.
Eso sí, durante años, las editoriales mexicanas castellanizaron los nombres de los personajes, y la popularidad de esas traducciones obligó a mantener esos nombres en las adaptaciones para la televisión y el cine hasta hace muy poco tiempo. Pero eso parece cosa del pasado, sobre todo por una tendencia que busca mantener los nombres originales de los personajes franquicia en todo el mundo, que entre otras cosas ha traído como consecuencia el adiós de personajes entrañables, como la Rana Rene (ahora oficialmente renombrada como Kermit en Latinoamérica), pero también nos ha librado de nombres ridículos, o francamente contrarios a la esencia de los personajes.
Después de un chapuzón por viejos números de Pepín, Chamaco, Novaro, La Prensa, Macc, Novedades, y hasta algunos de …