Hoy en día podemos ver imágenes aéreas y de satélite de prácticamente cualquier lugar de la Tierra desde nuestro teléfono móvil mientras esperamos en la cola de la charcutería. ¡Vivimos en el futuro! Pero hace cincuenta años esto era alta tecnología de espías y de hecho supuso una de las mayores «carreras tecnológicas» entre los Estados Unidos y la Unión Soviética: espiar al vecino y conseguir imágenes de su territorio sin que pudieran hacer nada por impedirlo.
En este vídeo de Curious Droid se cuentan estupendamente los esfuerzos del programa de satélites de reconocimiento Corona, llamados eufemísticamente «de reconocimiento» por no decir a las claras «de espionaje». Comenzaron a operar en 1959 y eran un intento de evitar los problemillas propios de las fotos desde aviones a gran altitud, como el caso de el U‑2 de Gary Powers cuando fue derribado sobre terreno soviético. Estos satélites estaban en una órbita polar baja (160 km de altitud) y recorrían el globo terrestre a gran velocidad.
¿El problema? La tecnología de los años 60 para transmitir fotografías y vídeo de calidad no existía, de modo que lo mejor que podían hacer era preparar las mejores lentes, teleobjetivos y la mejor película fotográfica buscando la mayor nitidez. Al principio los teleobjetivos de 610mm y la película de 70mm proporcionaban «píxeles» –aunque en realidad no había píxeles, sino «detalles»– de unos 7 metros; con el tiempo se logró mejorar hasta 1,5 metros. Comparativamente Google Earth ofrece hoy en día zonas con píxeles equivalentes a …