La mañana estaba fresca al encender la Chevrolet Equinox EV por primera vez. El aire se sentía lleno de anticipación, y el sol apenas asomaba sobre el horizonte, un espectador silencioso de la locura que estaba por comenzar. Desde Nuevo León hasta Ramos Arizpe, un recorrido épico que prometía revelar los secretos del vehículo eléctrico más reciente de Chevrolet. La adrenalina comenzaba a fluir, y mi mente se llenaba de visiones de un futuro eléctrico, rebosante de tecnología y promesas de sostenibilidad.
El primer tramo de la carretera Monterrey-Saltillo se extendía ante mí, una serpiente de asfalto con rectas infinitas y paisajes imponentes de la sierra Corral de los Bandidos. La Equinox EV se deslizó suavemente en modo Sport, sin el rugido de un motor de combustión, solo el zumbido sutil de su corazón eléctrico gracias a su batería de 85 kWh montada sobre la plataforma Ultium de GM.
Con 241 caballos de potencia y 236 libras-pie de torque, su tracción FWD ofrecía una experiencia de manejo tan fluida como viajar sobre rieles. Los 513 kilómetros de autonomía con una sola carga prometían un viaje sin preocupaciones, como una invitación a la aventura sin fin.
El diseño exterior deportivo de la Equinox EV, con sus dimensiones de 4.8 metros de largo y dos metros de ancho, era un imán para las miradas garcias a su iluminación exterior full LED. Las líneas aerodinámicas y la carrocería robusta con sus rines de 21 …