Cromo - El Observador. A Maximiliano Isi le sobra curiosidad y osadía. Antes de cumplir la mayoría de edad escribió un ensayo sobre física y filosofía; en concreto, sobre cómo la primera puede ser útil para responder sobre nuestro lugar en el universo. Preguntas que confiesa tener desde niño. "Descubrí que con la física podía saciar esta necesidad de saber", afirmó.
Por ese trabajo y otros exámenes obtuvo una beca para estudiar física en la Universidad Loyola Marymount de Los Angeles, hacia donde partió "sin saber mucho" en dónde se metía y sin familiares. Hoy, a los 25 años, trabaja en el prestigioso Instituto de Tecnología de California (Caltech), donde primero ingresó como pasante de verano y ahora pone a prueba la teoría general de la relatividad de Albert Einstein. Y es por esta razón que a Isi le corresponde un pedacito del Premio Nobel de Física 2017.
Cataclismos
El 14 de septiembre de 2015, los detectores gemelos del Observatorio de Ondas Gravitacionales del Interferómetro Láser (LIGO), ubicados a 3.000 kilómetros de distancia en los estados de Washington y Luisiana, escucharon, con siete milisegundos de diferencia, un murmullo cósmico. Era el resultado de un abrazo salvaje: la colisión de dos agujeros negros que ocurrió hace 1.300 millones de años luz en algún punto del vasto universo.
Un siglo antes, Einstein enunciaba los principios de estas "ondas gravitacionales" en su teoría general de la relatividad, pero estaba convencido de que nunca sería posible medirlas. Ese fue el trabajo al que dedicaron sus vidas Rainer Weiss …