Desde hace un tiempo, unos pocos años en realidad, desde la hermética esfera de la tecnología ha surgido una tendencia de trabajar por la salud. Hay negocio ahí, en los datos, los cuales pueden ser incluso favorables a cruzarlos con otros servicios y calibrar no solo el estado de las personas sino contribuir a su bienestar. La moda de las pulseras de monitorización y fitness es pretender que los usuarios hagan algo de ejercicio. Entendido como «ejercicio» la secuencia de los 10.000 pasos diarios, una cantidad que se da por hecho como necesaria para estar bien físicamente. Pero, también, las máquinas de entrenamiento propias de los gimnasios han entrado en la era de la digitalización.
En la jungla de mancuernas, press banca y cintas de correr suelen habitar extraños seres. Al gimnasio acuden dos tipos de personas. Los que están en forma, quieren mejorar su físico y aplican a su vida un hábito saludable; y los que simplemente pisan los locales porque toca, porque quieren estar medianamente bien. Conforme la tecnología de consumo se ha hecho más presente en la sociedad, aparatos como pulsómetros, teléfonos móviles, aplicaciones de entrenamiento, relojes inteligentes, auriculares deportivos y una interminable lista de «gadgets» han hecho aparición para favorecer y mejorar las aptitudes a la hora de trabajar los cuerpos.
De ahí que las empresas especializadas también hayan hecho suyo el potencial que les brinda subirse a la ola de la digitalización. Pionera en el campo del fitness, la firma italiana Technogym ha invertido …