Windows 11 lleva ya poco más de tres años con nosotros ya y, si bien comenzó con muy mal pie, la cosa ha mejorado bastante. Eso sí, sigue sin ser suficiente para convencer todavía a la gran masa de usuarios que acapara Windows 10. Según cifras de StatCounter, en noviembre Windows 10 seguía poseyendo un 61,83% de cuota de mercado frente al 34,94% de Windows 11. Sabemos que los cambios cuestan, pero Microsoft sigue sin saber cómo afrontar este relevo generacional.
El último sistema operativo ha fortificado aún más sus requisitos de instalación tras la actualización 24H2. Y es que además de necesitar una CPU compatible con TPM 2.0, un estándar de seguridad que Microsoft considera como “no negociable”, también está el set de instrucciones SSE 4.2, requerido en la última actualización de Windows 11, y que deja fuera a muchos procesadores antiguos. Y todo esto mientras está a punto de terminar el soporte de actualizaciones de seguridad de Windows 10.
Las restricciones de hardware de Windows 11 no ayudan
Tal y como cuenta Steven Hosking, manager de producto senior en Microsoft, a través de una publicación en el blog de la compañía, el “TPM 2.0 es una necesidad para un Windows 11 seguro y preparado para el futuro”. Desde la compañía no tienen intenciones en ser flexibles con los requisitos de Windows 11, y esto está haciendo mella también en los usuarios a la hora de actualizar desde Windows 10, pues no son pocos casos los que se requiere …