La reciente ofensiva ucraniana en Kursk ha desencadenado un cambio inesperado en la estrategia militar rusa, provocando el repliegue de tropas y sembrando el pánico entre las élites de Moscú. Con la capital rusa a solo 500 kilómetros del frente, la preocupación crece a medida que se prolonga esta nueva amenaza para el Kremlin.