En redes sociales circula una técnica que promete arreglar abolladuras del auto con agua caliente. El truco, tan sencillo como calentar agua, verterla sobre la lámina y empujar desde adentro, ha ganado popularidad por su bajo costo. Sin embargo, esta práctica casera puede convertirse en un dolor de cabeza si no se aplica con extremo cuidado. ¿De verdad funciona?, ¿quién lo recomienda?, ¿cuándo es útil y por qué puede salir caro?
La respuesta rápida es que sí, en algunos casos puede funcionar. Pero hay muchos matices. Esta técnica se originó como una solución rápida para golpes superficiales en defensa de plástico. Funciona mejor en autos sin daños de pintura y con abolladuras leves, donde la deformación no es estructural. El problema es que muchos la usan en cualquier golpe, en cualquier parte del coche, sin considerar riesgos ni consecuencias. Esa agua hirviendo puede dañar el acabado, comprometer el color o incluso aumentar el problema si el material se deforma mal.
En teoría, el calor permite que el plástico recupere su forma original. En la práctica, el agua caliente no siempre tiene el control deseado. No es raro que, al intentar arreglar una abolladura, el barniz se desprenda o la pintura burbujee. Eso implica un costo de reparación mucho mayor al que habría implicado dejar el golpe como estaba. Peor aún si se trata de una pieza metálica, donde el agua caliente no tendrá efecto y puede causar daños colaterales.
Lo peor es …