Hace un año, el 15 de diciembre de 2017 nació una niña que pesaba 2.5 kilogramos por medio de cesárea, a un año de su nacimiento, la ciencia argumenta que esta bebé marca un nuevo rumbo en la historia de la medicina, pues se trata del resultado de un trasplante de útero que pertenecía a una donante muerta.
La madre de la niña tiene 32 años y padece el síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser, mejor conocido como MRKH, una enfermedad que se caracteriza por que los órganos reproductivos sexuales femeninos, como el útero y la vagina están poco desarrollados o ausentes al nacer. Pero esta donante de la que únicamente se sabe que tenía 45 años, tres partos exitosos y que había donado sus órganos antes de su muerte por hemorragia cerebral, cambió el rumbo de dos personas.
Como explican en Science Alert, los trasplantes uterinos de donantes fallecidos se han intentado anteriormente, pero hasta el pasado diciembre ningún receptor había llevado a un niño a término. Saber que esto es ahora posible, fomentará una mayor investigación para reducir los riesgos y brindar esperanzas a las mujeres que no pueden concebir.
Por su parte, la investigadora principal del avance, Dani Ejzenberg, de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, apunta:
“El uso de donantes fallecidos podría ampliar enormemente el acceso a este tratamiento, y nuestros resultados proporcionan una prueba de concepto para una nueva opción para las mujeres con infertilidad uterina.
El número de personas dispuestas y comprometidas a donar órganos luego de su …