La manipulación informativa no es un fenómeno nuevo, pero ahora está cada vez más apegada a los avances tecnológicos de la época y, sobre todo, amplificado por las redes sociales. El desafío de interceder entre las personas para intentar influenciarlas hacia un pensamiento concreto va camino de tomar tintes apocalípticos con los llamados «deep fakes», contenidos multimedia falsos. Una tecnología que ha levantado la alfombra de los temores.
Todavía no se ha adoptado de manera masiva, pero cada vez es más recurrente encontrarse en las principales redes sociales como Facebook o Twitter vídeos en los que se han intercambiado los rostros de un famoso por otro. El resultado es tan natural y está tan perfeccionado que asombra. Asusta incluso el nivel al que se está alcanzando. De momento, la mayoría de estos falsos vídeos son más un experimento que normalmente levantan una mueca entre los usuarios.
El problema, según han defendido expertos en reiteradas ocasiones, es que es una tecnología que se va democratizando cada vez más. Y, en el momento en que esté más accesible, es probable que se abra la puerta al imperio de la mentira. ¿Cómo defenderse de algo que, al menos de primeras, te crees a pies juntillas? ¿Cómo confiar en un vídeo en el que aparece un político defendiendo una propuesta y que, al cabo de unas horas, se demuestra que nunca lo dijo?
La respuesta, hasta ahora, se encontraba en la tecnología; en los algoritmos de Inteligencia Artificial destinados a la revisión del contenido. …