La generación Z apenas está aterrizando en el mercado laboral y ya está harta de lo que ofrece. No obstante, se encuentran en un escenario para el que tienen sobrecualificación (al menos, en España) y unas condiciones tales que hacerse unas oposiciones les renta más. ¿Y entrar a trabajar en una empresa y acabar ascendiendo? No, les parece 'muy estresante y poco gratificante'.
En la oficina la genZ está rompiendo corsés y sin ir más lejos, no creen en el liderazgo autoritorio ni en fórmulas como llamar jefes a sus superiores y ya que tienen que acudir presencialmente sí o sí, alguno que otro recurre al task masking. Pero si hay algo que penaliza a la Generación Z, eso son las etiquetas. Al menos en el ámbito laboral, en el sexoafectivo están abrazando una letra clásica del espectro, como recoge El País.
¿Etiquetas en el trabajo? No, gracias
Hay quien les acusa de vagos por no querer jornadas de 40 horas, de una pusilanimidad tal que a algunos sus padres les acompañan a las entrevistas de trabajo, de que resulta difícil trabajar con ellos por su poca docilidad ante abusos laborales o por supuestas incompetencias digitales... pero no, lo peor siguen siendo las etiquetas.
Las etiquetas generacionales son una forma fácil y rápida de entender las tendencias, pero por su simplicidad no son capaces de representar con precisión aspectos más complejos y profundos. Explica para Fortune Jessica Kriegel, jefa de estrategia en …