Llego tarde a la pelea, y quizá eso fue lo que le costó no ser la reina indiscutible de su generación. Sin embargo, no sería justo catalogar a una consola exclusivamente por sus ventas, especialmente cuando te toca vértelas con la todopoderosa Playstation. Hablar de la Nintendo 64 es hacerlo sobre uno de los sistemas más queridos y recordados por los jugadores de antes. Los que se gastaban el dinero de la merienda en las máquinas arcade para, más tarde, pasar horas pegados a la pantalla del salón de su casa; con el mando bien agarrado y sin parpadear, no vaya a ser que se perdieran algo.
Muchos concuerdan en que la que fue la tercera consola de sobremesa de Nintendo atesoró uno de los catálogos más apabullantes de la historia del entretenimiento tecnológico; y mejoró mucho de lo que se había visto en los sistemas de la competencia hasta ese momento (1996 en Japón y USA y 1997 en Europa). Especialmente en potencia y gráficos 3D.
Visto lo visto, lo tenía todo para ser el relevo perfecto de su hermana mayor: la Súper Nintendo. Sin embargo, algunas malas decisiones empresariales de la compañía del fontanero de la gorra roja provocaron que la consola no contase con las ventas que, de seguro, hubiese podido lograr. Probablemente el primer error fue enemistarse con Sony, compañía junto a la que, en principio, Nintendo pretendía dar un pasito hacia el futuro creando un lector de discos para el «Cerebro de la bestia» …