Recuerdo la primera vez que probé Apple TV+, en cuanto se estrenó en España. Lo hice con la serie 'See' y me quedé de piedra. Los planos con drones de la Columbia Británica dejan a cualquiera pasmado —la serie se rodó en lugares tal alucinantes como el Parque Provincial Strathcona, además de la orilla del lago Buttle, el campamento Ralph River, Myra Falls o la presa Jordan—.
Pero me dejaron pasmado por algo que no había experimentado antes: la fidelidad visual. Netflix andaba por aquel entonces gastándose una fortuna en promocionar 'Marco Polo' pero aquí casi podías respirar la humedad, como en uno de esos fragmentos documentales a 8K de National Geographic.
Por desgracia, el televisor OLED de gama alta en el que estaba disfrutando la serie era de préstamo y la experiencia cambió bastante cuando tuve que seguir viendo la serie en un panel QLED mucho más humilde. Ahí fue cuando me quedó claro ese mensaje tantas veces leído de "ver los contenidos tal y como sus creadores los concibieron".
Apple siempre fue un paso más allá
Tengo en casa un iMac Retina 5K, un 44% por encima del UHD 4K (3840 x 2160), cuando lo natural era tener un monitor 1080p. Todavía lo uso, a veces como monitor. Cada vez que le pasaba a algún amigo una captura a 5.120 por 2.880 me preguntaba cómo lo había hecho. Esos 14,7 millones de píxeles agudizaban la vista de cualquiera.
Pero es que también …