Ya en unocero hemos hablado alguna vez de palíndromas, que son frases que se leen al derecho y al revés igual, por ejemplo, “Anita lava la tina”, “Somos o no somos” (creación mía) o muchos otros como los estupendos palíndromas de Merlina Acevedo, del cual ponemos un solo ejemplo: “¿Anita lava lo ajeno como coneja o lava la tina?”. De hecho, hay una manera de definir un palíndroma usando un palíndroma: “sé verlas al revés”, lo cual sin duda es muy ingenioso.
Pero así como hay palíndromas en los idiomas humanos, también lo hay en las matemáticas. Existen los llamados palíndromas numéricos, también llamados “números capicúa”. Hay una clásica conjetura de origen desconocido), que dice lo siguiente: “Se toma un número entero positivo cualquiera. El número se escribe entonces en orden inverso; los dos números se suman. El proceso se repite con el número suma, obteniéndose entonces una segunda suma, y se prosigue de igual forma hasta lograr un capicúa. La conjetura afirma que tras número finito de adiciones terminará por obtenerse un capicúa”.
Un nuevo reto de la programación lúdica
Por ejemplo, consideremos el número 68:
68 + 86 = 154
154 + 451 = 605
606 + 506 = 1111
Se sabe que si el número es de dos dígitos y la suma de sus cifras suman menos de 100, en el primer paso se obtendrá un palíndromo o capicúa. Por ejemplo:
34 + 43 = 77
La conjetura parece un divertimento tan simpático como el de los números maravillosos. En 1967, dice Martin Gardner, en su …