OpenAI lleva años haciendo cosas impresionantes. Primero nos sorprendió (tímidamente, por desconocer sus capacidades reales) con GPT-3, luego nos maravilló con DALL-E 2 y finalmente asombró a Internet con ChatGPT.
Con todas estas cartas en su haber, la compañía ya mostró un potencial enorme. pero cuando de verdad comenzó a entenderse su poder real fue cuando alcanzó un enorme (y beneficioso) acuerdo de colaboración con Microsoft a principios de 2023. En Redmond no iban a dejar pasar la ola de la inteligencia artificial (como hicieron con el smartphone), y con la inversión multimillonaria dejaban una cosa muy clara: valoraban el trabajo de OpenAI como extraordinario y como algo que no podían igualar internamente. Pues qué sentido tiene si no un gasto de ese calado.
Cediendo sus modelos nuevos (GPT-4, DALL-E 3) para Copilot o GitHub Copilot, OpenAI se beneficiaba de una ingente capacidad computacional, algo en lo que Microsoft sí era una de las líderes del mercado, y de una gran capacidad de entrenamiento para seguir mejorando modelos futuros. En un plazo muy pequeño de tiempo, y con la era la de inteligencia artificial recién comenzada, los de Sam Altman habían enseñado no que fueran a ganar la guerra, pero sí que eran la Google o Yahoo! de su tiempo. Una compañía disruptiva ante un cambio de paradigma, como fue Internet para la informática personal.
Lo que hemos visto hoy en el evento de Apple no hace más que confirmarlo.
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