*Por Pablo Dubois, manager regional de CenturyLink
A río revuelto, ganancia de pescadores. Así señala este simple y tradicional refrán que alude a lo siguiente: en escenarios de alta incertidumbre, siempre existirá alguien que se verá beneficiado, a costa de otro que será perjudicado.
Ahora, la mención a la actividad pesquera no es antojadiza, especialmente cuando se busca contextualizar el rol de la ciberseguridad en escenarios de convulsión, o efervescencia social. Es precisamente en estas circunstancias, como las que experimenta Chile, Ecuador, Bolivia, Brasil, Francia, o El Líbano, tan solo por nombrar algunos países, donde los riesgos de ser víctima del phishing se incrementan exponencialmente.
El exceso de información circulante, emitida por diversas fuentes y canales (muchas de ellas no verificables), entregando datos, ciertos o no, asociados al estallido social, genera el sustrato ideal para el incremento de fraudes informáticos que afectan a personas, empresas, e incluso al gobierno.
Gracias a los avances tecnológicos, como la interconexión de dispositivos y objetos a través de una red, y el resto de BABIV’s (Inteligencia Artificial, Big Data, Internet of Things, Realidad Virtual y Aumentada), el phishing también se ha sofisticado, abriéndose paso a través de redes sociales, correos corporativos y plataformas transaccionales que soportan ingentes cantidades de información.
Por lo mismo, entender la ciberseguridad como un conjunto de herramientas y procedimientos que implican la política, cultura e identidad de una organización, hoy ha adquirido un carácter crítico, y por lo mismo, entenderla desde una perspectiva multifactorial es fundamental si lo que se busca es disminuir las probabilidades …