De vez en cuando, uno tiene la oportunidad de echar la vista atrás. Es entonces cuando te das cuenta de lo rápido que han cambiado las cosas, a pesar de que en tecnología siempre pensamos que avanzan con lentitud. En ocasiones, con demasiada. Hace poco y tras una mudanza, he vuelto a encontrar mi iPhone 3G.
Es el modelo que reparé hace un año. Le cambié la batería y la carcasa posterior, de modo que salvo por estos detalles, es el mismo terminal. Un iPhone 3G al que en su momento utilicé TinyUmbrella para hacerle un downgrade a iOS 3.1.3. ¿O debería decir iPhone OS? Al sostenerlo en la mano, una oleada de recuerdos me han venido a la cabeza.
Un iPhone que te cabe en la palma de la mano
Si hay algo que define este modelo es eso: su tamaño y diseño redondeado le permiten caber en una mano. Es increíble lo pequeño que es, especialmente al lado de un iPhone 7 Plus. La pantalla que ahora nos parece diminuta entonces era considerada enorme.
Debido a la reparación y cambio de batería (la segunda en su vida), se me ha colado una mota de polvo entre el cristal y la pantalla. La cámara funciona, pero saca unas fotos terribles. Me parece impensable que la utilizara para hacer fotos de mis vacaciones hace casi diez años. Ahora, la doble cámara del iPhone 7 Plus hace que me olvide de cualquier cámara que no sea la de mi teléfono.
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