La respuesta rápida debe ser parcialmente positiva. La Red está regulada por normas legales del derecho común y del derecho específico que intentan armonizar la convivencia y la actividad digital. Pero no son estas leyes las que coartan la plena libertad del individuo digital.
Los límites a la libertad se encuentran actualmente en el marco extranormativo. Son esas normas que imponen las empresas o las que fuerzan, mediante una censura más o menos visible, las diferentes presiones para defender lo «políticamente correcto». Es necesario añadir además la vigilancia, en ascenso geométrico, a la que estamos sometidos en cuanto encendemos un dispositivo conectado (e incluso sin encenderlo) y que coarta nuestra intimidad.
Cuando accedemos a un determinado servicio en internet aceptamos los términos y condiciones que nos impone la empresa oferente y que en la mayoría de los casos vienen a significar que puede hacer de todo con nuestros datos generados: borrarlos, modificarlos, compartirlos o utilizarlos para sus variados intereses. Hemos visto a menudo la censura que se aplica en las redes sociales y que entra en colisión con la plena libertad de expresión.
Libertad que debería poder ejercerse siempre que no choque con derechos de terceros. Pero ese posible choque es decidido por las propias empresas según sus criterios subjetivos. Borja Adsuara. Abogado y experto en estrategia digital, hacía hincapié durante el Congreso de ENATIC del pasado 27 de enero, en la excesiva observación y control sobre el usuario que choca habitualmente con su libertad de movimientos y de …