El enfoque estuvo siempre puesto en hacer realidad Face ID.
Desde los primeros rumores del nuevo iPhone –esto es, hace más de un año–, la tónica de que Touch ID, el lector de huellas dactilares, estaría presente en el terminal fue constante. Llegó el iPhone X, el hijo pródigo, y ni rastro de la opción de desbloqueo que comenzó su andadura allá por 2013 de la mano del iPhone 5s. En su lugar, un sensor de reconocimiento facial que ha sido siempre la primera y única opción de Apple para el smartphone que sale a la venta este próximo viernes.
Para muchos, la supresión de Touch ID, una tecnología que Apple ha ido perfeccionando e induciendo a su uso durante los últimos años, es un error por lo asentado que estaba ya en el iPhone. Para otros, no contar con un lector de huellas supone ganar un espacio interesante en la parte inferior y que, de hecho, forma parte del argumentando de venta del terminal. La realidad es que eliminar Touch ID y dar la bienvenida a Face ID abre las puertas hacia la invisibilidad de la tecnología que tanto anhelamos.Touch ID está bien. Es rápido, es seguro, su uso resulta intuitivo y natural. Pero Face ID es más rápido, más seguro y su uso es aún más intuitivo y más natural, pues no requiere de más interacción que mirar el teléfono. La tecnología de desbloqueo sigue ahí, solo que ahora es más menos visible porque no existe un elemento dedicado …