Se han cumplido dos décadas del estreno de la mejor película sobre la tragedia del célebre buque que conmocionó a los espectadores del todo el planeta.
No hay discusión posible sobre el hecho de que Titanic, la obra maestra dirigida por el canadiense James Cameron (Avatar) y estrenada a finales de 1997, sea un auténtico hito en la historia del cine. No sólo porque triunfara en los Oscar igualando en once galardones a Ben-Hur (William Wyler, 1959), ni porque se trate de la segunda película más taquillera de todos los tiempos a nivel mundial, tanto en número de dólares conseguidos como con el ajuste en el precio de las entradas por la inflación: la verdad incontrovertible es que millones de personas del mundo entero, con la edad suficiente para poder acudir a las salas hace dos décadas, alucinaron en colores con este filme abrumador porque en su vida habían visto un espectáculo dramático de semejante calibre, y no han vuelto a ver otro que se le parezca.
Quienes acudieron al cine a ver Titanic en 1997 nunca habían contemplado un espectáculo dramático de semejante calibreA la catástrofe de este buque británico propiedad de la naviera White Star Line, ocurrida en abril de 1912, no le faltaba nada para convertirse en un episodio histórico de una negrura fascinante; y por ello, la de Cameron no es en absoluto la primera recreación cinematográfica de este hundimiento famosísimo. Si bien el mismo año que sucedió se produjeron tres cortometrajes sobre ello, Salvada del Titanic, …